El vacío que siento ahora
se contrasta con la cantidad de nudos
que sentía en mi cuerpo
el día que partí para cruzar el Atlántico.
Desde ese día vi muchos paisajes,
algunos que querían formar parte de mi.
Otros que debía primero comprender
para después dejarlos ser parte de mi.
Dentro de esos paisajes algo atrapo mi mirada.
Por fin unos ojos me miraban.
Me miraban completa,
sabía que no me juzgaban,
sólo me observaban,
con el deseo de comprenderme.
Esos ojos me siguieron todo el camino.
Pasaron junto a mi, mis grandes amores,
mis tristezas y mis enfados.
Yo no comprendía de quien eran estos ojos,
pero los recibí con brazos abiertos,
esperando un día comprenderlos.
Hoy,
veo mi último paisaje desconocido.
Mientras miraba por la venta vi algo que reconocí.
Eran esos ojos.
Era yo.
Había visto mi refejo muchas veces, pero,
sólo fue hoy que me comprendí.
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